sábado, 31 de marzo de 2012
La vaca Doris
Raquel Rodríguez
En un establo de un señor llamado José, vivían cinco vacas de las cuales una de ellas iba a ser mamá.
A esa vaca no le parecía bien que su primer bebé naciera en ese lugar, pues ese señor no las alimentaba bien y aparte solo quería a las vacas porque daban mucha leche. Un día por la noche, ésta vaca a quien llamaban Doris, se escapó del corral de Don José y regresó a la granja de su antigua dueña, la que por motivos urgentes la había vendido a ese señor.
A la mañana siguiente Sara, la dueña anterior exclamó:
- ¡Doris! ¿Qué haces aquí?
- Tú debes estar con tu dueño, seguro vendrá en tu busca.
Doris se quedó ahí por varias horas mas hasta que su propietario Don José tocó a la puerta enfadado y un poco preocupado.
Al ver este que su vaca estaba con Sara empezó a gritarle para que saliera y regresara a su establo, Sara se dio cuenta de que a aquel señor trataba mal a las vacas y le dijo:
- Don José, le compro las vacas, acabo de vender la cosecha y tengo suficiente dinero, seguro llegamos a un arreglo si usted está dispuesto a venderlas.
Don José desconcertado dijo que no, pues con la leche que vendía de las vacas se mantenían él y su familia.
Sara siguió insistiendo y pudo lograr que Doris se quedara ahí hasta que tuviera a su bebé. Albergaba la esperanza de quedarse al menos con Doris y su hijo.
Cuando nació el bebé, regresó Don José por su vaca. La señora Sara volvió a pedirle que se la vendiera, ofreciéndole una cantidad mayor de dinero y ya Don José dudaba en llevársela; quedó de platicar con su mujer el asunto y darle respuesta al día siguiente.
Doris estaba muy preocupada porque no quería regresar con aquel hombre y menos ahora que era madre. Había visto como ese hombre maltrataba a los animales y no quería arriesgar a su bebé.
Al otro día Don José pasó a la granja de Sara a darle su respuesta.
- Buenos días Sara.
- Buenos días Don José, ¿qué ha decidido?
- Pues mi esposa está de acuerdo en vendértela.
- Así que ya es mía.
- Pues yo no estoy muy convencido porque había pensado que ahora que tiene el hijo me va a dar bastante leche, y eso será por muy buen tiempo y ganaré mucho dinero
- Anímese Don José, la vaca no está dando mucha leche, a mi me parece que no salió buena para eso, no creo que le convenga, ni a mí tampoco, pero me he encariñado con el becerro.
- Es verdad eso que me estas diciendo Sara
- Claro que sí, si quiere pregúntele a Don Nico, ya sabe que él me ayuda a ordeñar desde hace mucho tiempo, él fue quien me lo advirtió cuando se dio cuenta.
- Me estas convenciendo Sara, yo para que quiero una vaca así, mejor me compro otra, además ya se aprendió el camino a tu rancho y en cualquier momento se vuelve a escapar, hagamos el trato.
Ese mismo día Sara le pagó lo acordado y se quedó con Doris.
Cuando Doris lo supo no paraba de dar lengüeteadas de felicidad a su hijo, aunque eso le costó su buena reputación, ya que Don José se fue pensando que era una vaca que no sabía dar leche, pero eso no importaba, todos en ese rancho sabían la verdad, que ella era una vaca que daba más leche que ninguna otra. Esa mentira la salvo a ella y a su pequeño de volver con Don José.
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