sábado, 31 de marzo de 2012
Dientucho
©Andrés Díaz Marrero
©Andrés Díaz Marrero
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En la boca de una niña de seis años, dientes y muelas conversaban. La niña había mudado sus dos primeros dientes de leche. Hace unos meses se le cayeron y fueron remplazados por dos grandes y hermosos dientes permanentes.
Los nuevos dientes miraban burlonamente a sus vecinos de leche.
-No sé por qué los nuevos dientes nos miran así, todos nosotros mudaremos en permanentes algún día, decía una de las muelas.
Entonces uno de los dientes de leche de la parte de abajo de la boca preguntó -¿Por qué les llaman permanentes?
Hubo silencio. Ninguno de los dientes sabía la contestación. Entonces, otra muela dijo:
-Les llaman dientes permanentes porque no se mudan. Si no se cuidan se pierden para siempre. A los primeros dientes que salen se les llama temporales, o de leche.
-¡Mira quién pregunta!, si apenas puede mantenerse derecho, está flaco y hasta un poco virado. ¡Es un pobre diente. Lo llamaremos Dientucho! - le murmuró uno de los dientes nuevos al otro.
Ja, ja, ja., rieron.
-No me importa que me llamen Dientucho, después de todo ningún diente de leche es permanente. Pero cada uno de nosotros es importante, pues para que salgan los dientes permanentes antes tienen que salir los de leche. Nosotros ayudamos a los niños a masticar para que estén saludables cuando lleguen ustedes.
-Es cierto -dijo el otro diente permanente y añadió: -cada parte del cuerpo humano es importante.
Pasaron unas cuantas semanas, y como tenía que ocurrir, Dientucho se cayó. En su lugar brotó un nuevo y hermoso diente permanente. El ratoncito que colecciona dientes le dejó un regalo a la niña, a cambio de Dientucho.
Tiempo después, cuando la niña cumplió once años todos sus amigos la felicitaban por tener una hermosa y agradable sonrisa.
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