sábado, 31 de marzo de 2012


La mosca
©Andrés Díaz Marrero

Microcuento
(once oraciones)

Esa noche, ella lo vio abrir la alacena.
Entonces, voló por encima de la cabeza del hombre; para desde lo alto observar la malévola sonrisa que a él le lucía en el rostro al extraer el matamoscas que allí guardaba.
El hombre corrió tras ella abanicando el aire con golpes que tiraba hacia arriba, hacia abajo, a la derecha, a la izquierda, hacia todos lados.
Pero ella volando en hábil zig zag se le escapaba.
Tras una larga y agitada persecución, la mosca, sentíase tan y tan cansada que apenas podía volar; por lo que fue a pararse sobre la lámpara de la habitación.
El hombre se rió con una gran carcajada; midió bien la distancia; y descargó el golpe...
¡La pobre, apenas pudo escapar!
El azote fue a dar sobre el foco encendido, rompiéndolo.
La habitación quedó a oscuras.
Y como el hombre no tenía otro bombillo de reemplazo, la mosca supo que, esa noche, podría descansar tranquila.
Antes de dormirse la mosca susurró : -Bueno, ¡mañana será otro día...

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