sábado, 31 de marzo de 2012


Un Duendecito
Martha Susana


Sale un duendecito, a recorrer el mundo va en busca de palabras perdidas olvidadas, desechadas...
Recorre caminos, senderos, trepa colinas y encuentra algunas, otras las roba.
Con hilos de sueños, las anuda a su mano y quedan en ella como lánguidos flecos de barrilete...
Cuando vuelva, las unirá entre sí y formará una especie de mundo mejor.
Entre unas piedras encontró Paciencia Ternura y Compasión.
En un bache, escondida estaba Comprensión junto a Caridad, en un rincón asustada yacía la Honradez...
Desechó al Orgullo y al Poder que se le pegaban al pecho para llegar primero.....
Con mucho Amor y cuidado entretejió las primeras palabras que había encontrado.
Una especie de nido se formó en sus manos.
Con hebras de ilusión, bordó las orillas, en el centro,
Con todo el Amor, tejió un pañal...
Con risas de niños inventó una nana
¡Todo listo! se quedaría tranquilo.....
Esperando que La Navidad llegara...

A doña Viviana le hablaron las rosas
Eduardo Mendez


Don Pascual es un campesino que cuidaba de rosales con rosas de color rojo carmesí, blanco y amarillo. Vestía Don Pascual el clásico ropaje del cortador de caña en época de zafra; pantalón gris y camisa de color blanco. Llevaba sombrero de paja de ala ancha y machete al cinto. También echaba abono a los 3 cercanos árboles; el aguacatero, el mangó y la huanabana que daban frescura y adornaban el lugar amen de los frutos que de ellos recibía. Acompañaba a Don Pascual en esta tarea su perrito sato llamado Tarzan. Junto con los pajaritos y las mariposas que revoloteaban el solar.
Doña Viviana, dueña del jardín, mostraba admiración por Don Pascual y cuando salía de compras traí abono para que él lo usara y se lo daba con gran amor.
Un día Doña Viviana se levantó temprano y por entre las cortinas de la ventana miró los rosales. Notó que ya no estaba el árbol de mangó, el aguacatero y el de guanábana. No estaban ni los pajaritos, ni las mariposas, el terreno estaba lleno de hojas y entre ellas estaba un nido desbaratado y huevitos partidos de un colibrí que con amor recogía pedazos del cascaron.
- ¡Don Pascual, Don Pascual ¡ ¿Que pasó aquí? Porqué ya no están los árboles amigos de los Rosales - preguntó Doña Viviana
- Señora, los cortaron para usar ese espacio y hacer un camino. –
- Por lo menos dejaron los rosales y el rocío de la mañana mojaron sus hojas –
- No Doña Viviana, no es el rocío son lagrimas de dolor que brotan de el corazón de los Rosales y bajan por entre las ramas y las espinas. Llegan hasta la tierra pidiendo explicación – dijo Don Pascual
Doña Viviana se puso triste y preguntó a don Pascual; - ¿Que podemos hacer? –
- No creo que podamos hacer algo - dijo don Pascual y cabizbajo con su sombrero en la mano se alejó. Iba al lado de el también muy triste Tarzan
Todo ésto escucharon los rosales y le dijeron al colibrí que por ahi volaba.
- Colibrí, colibrí: llama a Doña Viviana; dile que nosotros los rosales queremos hablar con ella.
El colibrí sorprendido, levanto vuelo y fue a casa de la señora.
- ! Doña Viviana!,! Doña Viviana!- las rosas quieren hablar con usted.
Al ver el llamado de las plantas; salió corriendo y se paró frente a los rosales y ellos en coro le dijeron: - Señora porqué no habla con Don Roberto Hayes; director del jardín botánico el nos puede ayudar -
Doña Viviana fue al día siguiente a ver a don Roberto. El escuchó su reclamo; - admiro que personas como usted amen las plantas del planeta - Don Roberto continua - Mañana llevaremos arboles pequeños de nuestro vivero y volveremos a sembrar cerca de los rosales.
Al dia siguiente se presentó personal del jardín Botánico y ambiental. Llegaron con picos y palas, traían arbolitos pequeños de aguacate, mangó, guanábana y hasta un flamboyán. Empezaron a cavar y a sembrar.
Don Pascual se puso alegre, dio gracias a Doña Viviana por su hermosa idea y ambos dieron gracias a Don Roberto. Una llovizna caía desde el cielo mojando a los recien llegados y nuevos vecinos sabiendo que estos arbolitos algún día darán sombra y embellecerán el lugar.

La gatita en peligro
Maria Elisa Medina

Había una vez una chica que se llamaba María que tenía dos padres muy buenos que siempre le daban lo que necesitaba y además tenía una gatita muy hermosa llamda Cerafina.Ellos eran un poco pobres pero ellos trabajaban mucho para poderla mantener a su hija.
Un día María se fue a acostar porque ya era de noche, sus padres la dejaron con una niñera para que la cuide ya que ellos se iban a un asado.
Sus padres volvieron a las dos de la mañana y le dijeron a Marta la niñera que se podía ir. Cuando se fue ellos se fueron a dormir.
A la noche cuando todos estaban dormidos Cerafina estaba escuchando unos ruidos, ella para ver lo que era bajo las escaleras y perseguía ese ruido hasta que derrepente le cayó una cja encima, ella no sabía lo que era pero después de un rato se dió cuenta que la estaban Secuestrando.
Los ladrones la llevaron a una cueva para esconderce.
Cuando Maríá se despertó la buscaba a Cerafina y no le encontraba por ningún lado, ella se empezó a preocupar y les fué a avisar a sus padres que no la encontraba por ningún lado.
Sus padres llamaron a la policía y les avisaron que no encontraban por ningún lado a su gatita.
Lo que encontraron los policías pueron unas huellas de barro afuera, ellos la siguieron y las guiaron hasta una cueva que se escuchaban unos gruñidos. Los policías entraron con mucha precaución y encontraron a los ladrones y a la gatita.
A los ladrones se los llevaron presos y a la gatita se la entregaron a María, ella se puso muy contenta al verla. Se la llevo a casa y nunca más volvió a pasar lo mismo porque desde esa vez siempre tubieron mucha precaución.

La princesa Analía...
Lourdes Otero

Erase una vez en un reino muy lejano una princesa llamada Analía.
Su sueño era ser una persona como cualquier otra, pero no podía ya que pronto su madre la coronaria como reina.
Ella no tenia amigas,pero si tenia una hermana gemela.
Su hermana llamada Francisca soñaba con ser reina pero su mamá no la había elegido para serlo.
Analía tubo una larga charla con Francisca para pedirle de favor que cambiaran de lugar, Francisca acepto pero le dijo que solo seria por unos días por que en la coronación tendría que volver a ser como era antes. Analía acepto y le prometió volver.
Al pasar unos días Analía ya había tenido muchas aventuras y había conocido a muchas personas, pero a ella se le olvido la coronación, mientras tanto en el palacio Francisca estaba muy nerviosa ya que si hermana no llegaba.
Al llegar la hora de la coronación la madre corono a Francisca como reina pero su madre pensó que Francisca era Analía. A las semanas Analía volvió y su madre las descubrió entonces dijo:- Yo he coronado a Francisca como reina y así se quedara Analía muy feliz se fue ha seguir teniendo muchas aventuras, mientras que su hermana era la persona mas feliz del mundo.
Analía deicidio ir por todo el mundo ayudando a personas que lo necesitan y así La Princesa Casi Reina Analía fue conocida en todos lados...

La piedrecilla que lloraba
Miguel Angel Ramos Inga


Un día un caminante andaba perdido por el campo, estaba muy preocupado porque era muy tarde y no recordaba por donde era su casa, entonces escuchó que alguien sollozaba y sollozaba, - ¿de dónde vendrá aquel llanto? – se preguntaba y entonces, fijó su mirada hacia abajo.
Caminante: ah, eras Tú piedrecilla, dime ¿Por qué lloras?
Piedrecilla: porque nadie me quiere y todos me ignoran.
Caminante: por qué dices esas cosas tan feas piedrecilla.
Piedrecilla: porque dicen que soy muy duro y frio, amorfo o sin forma, que ando haciendo caer a las personas, y que además…y que además no tengo sentimientos y que soy indiferente con los demás.
Caminante: pero piedrecilla no tienes por qué estar triste por eso que dicen los demás, ¿acaso no te quieres?
Piedrecilla: si me quiero pero..pero ellos dicen eso y me duele mucho.
Caminante: mira piedrecilla si dices que te duele es que si tienes sentimientos, es una gran virtud.
Piedrecilla: ¿una virtud?
Caminante: es cuando uno posee una gran cualidad y autoestima y tú tienes muchas piedrecilla.
Piedrecilla: ¿Cómo cuales? Podrías decírmelo por favor.
Caminante: si eres duro es porque eres muy fuerte y resistente.
Piedrecilla: si verdad, no me había dado cuenta, cuéntame mas caminante por favor, por favor.
Caminante: está bien pero con calma. Si eres frio es porque el calor mas fuerte no te puede derretir, si eres amorfo es que eres diferente a los demás, si haces caer a las personas es que eso le ayuda a levantarse con mas animo y no eres para nada indiferente sino no te hubiese importado lo que digan los demás.
Piedrecilla: ¿Por qué?
Caminante: porque el indiferente es aquella persona que no presta atención a los pensamientos y sentimientos de los demás y porque he escuchado Tu has prestado atención a los pensamientos y sentimientos de aquellas personas.
Piedrecilla: ¡si es verdad! Entonces si tengo muchas virtudes y mucha autoestima. Gracias caminante ya no voy a llorar mas, me has ayudado mucho te lo agradezco.
Entonces la piedrecilla dejo de sollozar, pero antes de dejar al caminante y hizo un último favor, se le puso en su camino y el Caminante tropezó y en ese instante como por arte de magia el caminante dijo: “ah, ya me acorde por donde era mi hogar, si no me hubiese tropezado tal vez no me acordaría, gracias piedrecilla”
Y así fue como termino todo, la piedrecilla contenta y el Caminante en su hogar.


La gran estrella
Arianna

Hace mucho tiempo nacieron muchos puntitos con luces llamados estrellas. La más pequeña llamada Sol estaba muy triste porque todas se metían con ella por ser la más pequeña.
Pero la Luna, la más sabia, le dijo:
- Aunque seas la más pequeña tu luz es la más grande, y si consigues ser más madura brillaras aún más.
Y la estrella le hizo caso y desde aquel momento se fue haciendo más grande e iluminando más.
Desde aquello todas se dieron cuenta que lo más pequeño puede ser lo más grande.


El viejo gruñón
Dionisio Limon

El viento soplaba con fuerza moviendo los árboles del parque: varios abetos, dos acacias, dos moreras y unos cuantos falsos plátanos.
El parque era muy pequeño, pero disponía de todo lo que tiene que tener un parque: árboles, césped, farolas, muchos asientos, un pequeño espacio para el ocio infantil, con su tobogán y sus columpios y dos fuentes.
El viejo gruñón miró por el ventanal del comedor, lugar desde el que se divisaba cómodamente sentado en el sofá la mayor parte del pequeño parque.
-¡Vaya, hoy no hay perros¡ ¡Malditos animales¡ El viejo gruñón, no es necesario decirlo, odiaba a los perros y por extensión a sus dueños. Desde la altura de su casa, parecía que el suelo del parque era llano como una hoja de papel, pero la única vez que bajó comprobó que el suelo inclinado no iba muy bien para su cojera. ¡En este parque sólo se ven perros! Sentenció, y no volvió a pisarlo.
El anciano vigilaba atentamente el parque a cualquier hora. Observaba si los dueños de los perros no cumplían con sus obligaciones higiénicas y entonces comenzaba la función:
¡Sinvergüenza! ¡No sabes que tienes que recoger la mierda del perrucho! ¡Así, así, ponle el morro que chupe bien la fuente para que luego vengan los niños y chupen también!
La verdad que el viejo gruñón en ocasiones llevaba bastante razón. Muchos dueños de los perros no cumplían con sus obligaciones: No les ponían bozal, no recogían las deposiciones que hacían, dejaban que chupeteasen las fuentes y los asientos, no impedían que orinasen en cualquier esquina del edificio…
Un día, el viejo gruñón, al salir de la puerta del piso, coincidió con los vecinos tomando el ascensor. Vio correteando por el suelo algo parecido a un ratón grande, que se desplazaba de aquí para allá como un coche teledirigido. Entraron juntos en el ascensor y no pudo por menos que fruncir el ceño cuando la dueña dio un amoroso beso en la boca al pequeño chihuahua.
-Vaya (pensó el viejo), lo que nos faltaba.
Hay que conocer los detalles para comprender la actitud del viejo gruñón. De niño un hijo del viejo gruñón fue operado de un quiste hidatídico, y ese hecho le puso muy en contra de los canes.
Tan famoso se había hecho en el barrio el viejo gruñón por su animadversión a los perros que muchos vecinos se dirigían a él con frases como esta:
- Es una vergüenza como dejan todo.
- No hay derecho. Había que quejarse al alcalde.
Con la llegada del buen tiempo, el viejo gruñón, que a pesar de la cojera andaba grandes trechos, gustaba pasear por la zona de nueva urbanización, entre el camino de los Royales y la Avenida de Valladolid. Es una zona estupenda para pasear, da el sol permanentemente, porque con la crisis no se han construido pisos pero se realizó la primera fase de urbanización y hay calles asfaltadas, aceras y jardines.
El viejo cierto día paseaba su soledad cuando un perro labrador de color amarillo sucio y nariz rosada comenzó a seguirle a distancia. El viejo gruñón se apercibió de su presencia miró con cierto desaire y continuó su camino. El perro le siguió con una mirada triste. El anciano miró una y otra vez. De haber tenido una piedra a mano se la hubiese lanzado, pero casualmente metió la mano en el bolsillo y había un pequeño mendrugo de pan. Se lo lanzó, el perro se lo comió y en sus ojos tristes se advirtió un brillo de agradecimiento. El viejo gruñón se puso contento y una sonrisa apareció entre las arrugas de su cara. El perro debía estar abandonado pero tenía algún cobijo. Al día siguiente el viejo volvió por el mismo camino, previamente había guardado en una bolsita unos huesos. Su corazón se alegró cuando vio a lo lejos al perro que comenzó a seguirle. El hecho se repitió durante toda la primavera.
No creamos que el viejo depuso su actitud, desde su atalaya, si advertía que alguien no recogía las cacas del perro o lo llevaba sin bozal, seguía gritando como un energúmeno:
¡Así, así no recojas la mierda, para que pueda revolcarse en ella cualquier niño! Pero ahora, después del comentario una sonrisa emergía en la cara arrugada del viejo gruñón recordando a su nuevo fiel amigo.


Un milagro de la H que era muda
Silvia L. Arteaga


Hola amiguitos soy muy pero muy feliz, te voy a contar porque, fíjate bien como sucedieron los hechos:
Yo vivía muy triste porque me sentía nada, no me sentía feliz, mi nombre es h si, si, a si me llamo no me crees a si me llamo y los humanos me dicen muda h muda porque no tengo sonido, todos mis amigos tienen sonidos y yo no, ellos se preocupaban por mi, porque yo no tengo sonido.
Mis amigas llamadas vocales se preocuparon mucho por mi sufrir un dia se juntaron las 5 picaras a hacer una junta para ver que podían hacer por mi, sabían que yo era un poco celosa y decidieron ir a mi casa a buscarme una por una para ver que podían hacer por mi.

LLEGA LA A: hola como estas amiguita, tengo una idea para ti mira observa ponte atrás de mi
HA
CONTESTA LA H: no veo nada nada en particular
La A le contesta claro mira ya tienes sonido dice ha, y mira ponte adelante de mi
AH
Contesta la H: es que no veo nada en particular
La A trata de convencerla y repite, si mira dice ha, la h ya inquieta le dice si tu nombre solo pronuncia pero y el mio no tengo sonido es inútil, gracias por quererme ayudar no puedes nadie puede
La A se va triste porque no logra encontrar algo que alivie la tristeza a la h y regresa con sus amiguitas vocales para comentarles lo sucedido

Comenta la A: amiguitas quice aliviar la pena de mi amiga h pero creo que es inútil estoy convencida que nosotras las vocales no podemos ayudarle porque finalmente solo nosotras nos escucharemos mira observen
HA HE HI HO HU
AH EH IH OH UH
Es necesario que hablemos con las demás consonantes para ver quien pueda ayudarle hagamos otra junta
Mientras tanto alla en un lugar muy retirado se encontraba un poco confundida la consonante C ya que se sentía un poco insegura porque al pronunciarse ca, co, cu, se oia diferente a ce, ci y eso no le gustaba mucho porque siempre perdia cuando participaba con la s y la z, siempre ganaba la z su sonido era mas fuerte, luego seguía la s que siempre firme pero un poco mas débil que la z y cuando la C seguía ce, ci, se escuchaban muy bien pero su sonido cambiaba cuando pronunciaba ca, co, cu y eso ella no lo aceptaba y siempre por ese detalle perdia, primero por no aceptarse y segundo por no tomar una buena justificación.
De pronto escucho que esta sonando su celular contesta:
Dice la C:Bueno, quien habla,
Contesta la Z: Hola c como estas fíjate que personalmente yo, te hablo, porque fíjate que hoy a las 5 tendremos una reunión con toda la sala de abecedario para tomar desiciones referentes a nuestra amiguita H
Contesta la C preocupada: claro pero no me dejes inquieto que le pasa a la H
Contesta la Z: mira ya hablaremos no te preocupes en la junta dialogaremos lo que le pasa a la H no es de muerte quédate tranquilo
La C con sus inseguridades que nunca había comentado a nadie, quizás por vergüenza quizás por la misma inseguridad a la inseguridad o al pensar que era algo malo lo que le pasaba, pensó muy seria mente en su amiguita H y quizo ir a la junta para ayudarla en lo que fuera necesario ya que no deseaba que le pasara lo que a ella le estaba pasando, se levanto del sitio donde se encontraba, que era a unos kilómetros de distancia tomo su consomovil y partio al lugar indicado para dar lo mejor de si para su amiguita H, pensaba que ella seria la menos indicada para ayudarle en algo pero sin embargo deseaba estar ahí como muestra de amistad y solidaridad para su amiga H
Se encuentra casi todo el abecedario en la sala de juntas solo esperan a las ultimas como dije las ultimas por eso están hasta atrás porque siempre llegan tarde hay muchachitos.
Por fin se encuentran en la sala de juntas para ver que pueden hacer para ayudar a la H
La C solo escuchaba las opciones
La líder dicen que los últimos serán los primeros pues si, era la ultima del abecedario la z por fuerte
Realmente porque no decirlo, después de tantos años de participar en olimpiada se sentía muy fuerte y además inconsientemente si veía un poco bajo a la c quizás por perdedora, nunca se lo dijo porque aun con sus errores la z era buena
Empezó a llamar a todos y cada uno del grupo para ver opciones, respecto a la h como siempre tenia que ser por orden ya que el orden con el tiempo las letras del abecedario se lo ganaron en base a la puntualidad
Ha ah
Bh hb
Dh hd
Eh he
Fh hf
Gh hg
ih hi
jh hj
kh hk
lh hl
mh hm
nh hn
oh ho
ph hp
qh hq
rh hr
sh hs
th ht
uh hu
vh hv
wh hw
xh hx
yh hy
zh hz
la z sabia que omitio a la c pero penso que no era necesario mencionarla porque si con las demas no pudo formar nada, menos con una consontante insegura como la c, por otro lado, la c realmente se sentía incapaz de que aunque ella no halla pasado al frente pudiera hacer algo por la h.
todos pensativos, la directivo no encontró solución, no pudo, la z se sentía mal porque no encontraba solución al caso y lo deseaba porque no quería quedar como que no pudo resolver nada, entonces prudentemente y por primera vez dio opción a que alguien tomara alguna otra decisión y lo hiciera saber para ver que se podía ser por esa pobre consonante triste.
La sala se quedo un poco quieta silenciosa y pensativa
La A era la líder de las vocales y muy inteligente recordó que la c no había pasado y no quería que se dejara alguna otra alternativa
Levanto la mano para comentar el suceso y todos optaron porque la c pasara ya que realmente si se les había pasado
Hc
Ch
Empezó la murmuradera todo mundo estaba sorprendido, y la c sonrojada no sabia lo que pasaba en la cabeza de las consonantes
Pasan las vocales
CHA che chi cho chu
Era un milagro un verdadero milagro una nueva creación la c estaba destinada para ser algo grande, por otra parte la c comprendia muchas cosas de si, que hasta el momento nunca pudo comprender, se dio cuenta que realmente era grande demasiado no cabia de emoción y comprensión
Todo mundo se levanto aplaudio, la z apenada en su interior por nunca darle su lugar a la c se levanto y todos levantaron a la c y lloraron de emoción por lo que nunca habían visto en sus días bueno en esos días ya que la L mas adelante hizo su domingo siete y ya ven lo que paso pero eso es otra historia
La c y la h que por primera vez ya no era muda, se dieron cuenta de que siempre fueron importantes y que creaban una nueva generación todo mundo hablo de ellas por mucho muchísimo tiempo, gracias a la unión de ellas dos existe, la lucha, la leche, la chichis, los chicharones, los changos, la lechuga, las chivas, los m.churos etc ect.
La h se dio cuenta que con la compañía solo y nada mas de la c tenia sonido, entendio su existencia, cuando debía tener sonido y cuando no,
La c se quito sus inseguridades y vivio feliz con su cambio de SONIDOS ya no lo veía como un defecto si no como una virtud, se convirtió en líder y tomo el lugar de la z en la sala de juntas.
Por otra parte la z aprendio algo importante en su vida, que todo mundo tenemos un lugar y a nadie absolutamente a nadie hay que ser menos amar como a nosotros mismos por ese motivo ella con gran gusto dio su puesto a la c
Toda la ciudad consolandia vivio feliz por siempre el grupo abecedario siguió feliz con lo sucedido y todo se arreglo
Nadie olvidara este suceso ya que quedo en la historia del abecedario, aunque unos años muchos pero muchos años después, del consejo abecedario sacaron a la ch y a la ll pero no se preocupen muchachos esa es otra historia pero no se murieron sas FIN
Si sisi quieres mas verdad, te voy a contar como sucedieron los hechos:
El abecedario era un grupo conformado por la unión de las vocales y las consonantes y vivian muy felices su líder era la C que se gano su lugar por sus virtudes.
Contesta la a minúscula: cuéntame mas Mama
Responde la mama A mayúscula: claro continuare con mi historia
Resulta que la C tenia una virtud mas pensó en hacer un concurso para ver si podían crear mas cosas con todos



La jirafa Rita
Raquel Rodríguez

Caminaba con paso vacilante y a veces hasta retrocedía un poco, la cabeza gacha y las pequeñas orejas caídas. Sus patas flacas de repente no quisieron seguir mas, cayó desfallecida y perdió el conocimiento. Así la encontró su pequeña amiga Fira, como pudo estuvo dándole empujones, tratando de despertarla. Una vez que Rita abrió los ojos y estos se clavaron en Fira, preguntó:
¿Por qué me has despertado?, no ves que quiero descansar.
¡Oh! Disculpa, creía que te sentías mal.
Efectivamente, me siento mal, por eso quería seguir dormida. Bien sabes que no soy aceptada y ya no aguanto más.
-¡Bah! No hagas caso, vamos a jugar y a comer hojas frescas.
- ¿Comer?, eso es lo que menos puedo hacer, fíjate bien y ve si acaso hay hojas tan bajas que yo las pueda alcanzar, no hay nada, si hubiera no me sentiría tan cansada.
- Hay Rita, yo te ayudo, te bajo las ramas y comemos, después nos vamos a jugar.
- Está bien, haré un esfuerzo y espero no tengas problemas con tu madre, lo de menos es que me diga zotaca, enana, tachuela y demás adjetivos descalificativos, pero recuerda los cabezazos que te ha dado cuando te ve conmigo.
Así, Fira y Rita decidieron buscar acacias y alimentarse, una vez saciadas y con renovada energía, empezaron sus juegos de carreras y saltos.
Agitadas todavía, se pararon bajo la sombra de una acacia. De pronto Fira dijo:
- Oye Rita, tengo una excelente idea para que tu cuello crezca.
- ¡Imposible! Mi cuello no tiene remedio- objetó Rita.
- Espera, aún no te digo el plan, es fácil.
-A ver dímelo y además convénceme. –dijo Rita.
- Mira, recuerdas aquellos humanos que se estaban bañando en el río.
- Sí, lo recuerdo.
- Pues a que no te fijaste en lo que tenía en el cuello uno de ellos.
- Pues la verdad no.
- Entonces eres mala observadora
-Mira, traían unos anillos y he oído a mi madre y a mi tía que lo usan para alargar su cuello, hasta dijeron que tú deberías usarlo. Pienso que tienen razón, vamos junto a sus casas y buscamos anillos. Veras como tu cuello se alarga.
- No creo que sirva de algo, es mejor que me quede así y no hacerme ilusiones.
-Vamos, nada pierdes con intentarlo.
Sigilosas salieron de la selva y se acercaron a un chocerío. Husmearon por todos lados y no vieron nada. Fue Fira la que los encontró, estaban cerca de una ventana sobre una mesa, alargo su cuello, abrió la boca y tomó los anillos y corrió seguida por Rita.
Una vez dentro de la selva, Fira con muchos trabajos le puso a Rita los anillos, le lastimaban un poco el cuello pero no dijo nada, solo pensaba en tener su cuello mas largo.
Con sus anillos de colores caminó airosa frente a sus congéneres y éstas al verla rieron un poquito, luego otro poco y después no pudiendo contenerse rieron a carcajadas, tanto que les dolió la barriga y una de ellas hasta llegó a echar un chorro de pipí, así de mucho se rieron de la pobre de Rita.
Rita estaba preparada para ello, pues de sobra sabía lo ponzoñosas que eran. Siguió adelante sin hacer caso de sus carcajadas y orines.
Al día siguiente Fira le contó que todas las jirafas estaban muy emocionadas y preparaban una gran fiesta para una visita que venía de tierras muy pero muy lejanas, eso sí nadie la conocía, ni siquiera la jirafa más vieja.
- Dicen que es una jirafa que ostenta el rango de princesa- dijo Fira
-Pues así sea reina, yo en que salgo beneficiada, de todas maneras no he de verla, quien me va a dejar acercarme y además ni me importa.
Pasó el tiempo y llegó el día del arribo de la princesa jirafa, todas se fueron a bañar al arroyuelo y lucían limpias y relucientes, de vez en vez una que otra practicaba algún saludo inclinando la cabeza y doblando una pata, había quienes decían:
- ¡A sus órdenes majestad ¡
-¡ A las patas de usted su excelencia!
En fin el ambiente era de gran algarabía y suspenso.
Más tarde, a lo lejos se divisó una gran polvareda, y entre el polvo se divisó un carruaje custodiado por enormes elefantes indios.
Todas las jirafas se emocionaron, gritaban y no sabían hacia donde correr, era tal el desconcierto que hasta chocaban unas contra otras, dándose cuenta de ello la jefa jirafa gritó:
- Orden, orden por favor, que acaso van a exhibir su falta de modales en este momento tan importante.
Las jirafas se miraron unas a otras y en segundos tomó cada una posición del lugar asignado con anterioridad.
El carruaje se paró, bajaron una rampa que rechinó y el ruido se escuchó en toda la selva, enseguida se miraron unas patas flacas pisar la rampa. Apenas si tuvo tiempo el elefante Heraldo de anunciar la aparición de la princesa Aba.
El asombro no fue menor que el que causó la noticia del derrumbe de las torres gemelas de Nueva York.
Las jirafas se quedaron con la boca abierta, como si estuvieran tomando hojas de acacia, la figura que vieron salir era igual a Rita, salvo por la capa roja de terciopelo que cubría el lomo de la princesa. Las exclamaciones en voz baja no se hicieron esperar.
¡Por el gran león, qué es esto ¡ se dijeron asombradas las jirafas.
¡Acaso Rita usurpó el lugar de la princesa!
¡Qué me parta un rayo en pedazos si ésta no es Rita disfrazada!
La princesa viendo su sorpresa, detuvo su paso y dijo:
Se que somos diferentes, han de saber ustedes que provengo de una raza de jirafas de cuello corto. Hoy en día quedamos muy poquitas, vivimos muy lejos de aquí, antes tenía parientes en Grecia, ahora solo somos unas cuantas las que estamos viviendo en la India, de donde vengo yo. El motivo de mi visita es el siguiente:
Hace algunos años, unos cazadores robaron a mi pequeña con el fin de venderla, pero sé que fue rescatada y traída a este lugar y ese es el motivo de mi viaje.
- Seguramente es Rita – dijo la más vieja- ¿quien más puede ser?.
Yo espero que mi hija haya sido bien tratada, sobre todo porque de acuerdo a su linaje debe dársele un trato digno, y si no fuera así, porque ustedes no sabían, al menos espero que se le haya tratado con respeto y no se le haya despreciado.
En eso aparece Rita a cierta distancia, quiere acercarse pero sabe que no es bienvenida y prefiere guardar distancia.
Al mirarla las jirafas le gritan ¡Rita! ¡Rita! Ven, ven, acércate
Incrédula Rita se acerca un poco sin atreverse a entrar en el grupo. Poco a poco se va haciendo un caminito que le permite a Rita irse acercando al carruaje. Al verla la princesa jirafa la reconoce y lanza un grito.
¡Esa, esa es mi hija!
¡Pero que le han hecho, ¿qué traes en el cuello?!Pobrecita!
¡Hija, hija mía!
Corre a su encuentro, mas Rita desconcertada retrocede, no entiende que esta pasando. La princesa le extiende sus patas en señal de amistad, luego le da una lengüetada sin importarle las presentes. Enseguida se da cuenta que su hija lleva alrededor del cuello aros y grita.
- ¿Alguien quiere explicarme qué es esto?
Las jirafas retroceden asustadas y ninguna se atreve a decir nada, hasta que Fira con voz apagada dice:
- Es que su majestad, Rita quiere que le crezca el cuello para ser igual que las demás jirafas.
-¡No! Ella es así y no tiene porque crecerle el cuello, sí así fuera, dejaría de ser la hija de la princesa Aba. Dijo la princesa enfadada.
Al escuchar esto Rita se desmayó – soy, soy hija de una princesa - murmura y cae al suelo.
- ¡Rita! ¡Rita! Ella no es ninguna Rita, su nombre es Indi. Indi, Indi, hija mía, aquí esta tu madre, no necesitas de nadie más.
Rita, ahora conocida como Indi, despierta y se queda mirando a la princesa, no sale de su asombro, pero empiezan a aclarársele ciertas cosas. Rompe a llorar y exclama ¡mamá! ¡mamá! No tenía mamá y ahora ya tengo.
La princesa pidió estar a solas con su hija, ésta le platicó todas sus desventuras y cada vez que Indi le narraba como las jirafas grandes y chicas se reían de ella por su cuello corto, la princesa daba una patada al piso con mucha furia y hacia temblar el carruaje.
Mientras tanto las jirafas permanecían afuera a la expectativa, se miraban y en sus caras se distinguía preocupación por lo que pudiera pasar, dado el trato que había recibido la pequeña jirafa por todas ellas.
La puerta del carruaje se abrió de un solo golpe, la princesa echaba lumbre por los ojos –bueno casi- al tiempo que gritó:
-¿Quién es la autoridad aquí?. La mamá de Fira que en esos momentos llegaba dijo:
- Si usted quiere majestad, enseguida le aviso que usted la necesita de urgencia.
- Por supuesto que la necesito inmediatamente.
-¿qué se te ofrece princesa? Dijo la vieja jirafa.
- Deseo hablar contigo en privado. Pidió la princesa.
Después de varios minutos salió la jefa preocupada y llamó a sus congéneres para decirles lo siguiente:
- La princesa está no solo molesta, sino enojadísima, tan es así que todos los regalos que traía para ustedes no les serán entregados y pondrá una queja ante la comisión de derechos jirafales, en los que pedirá sea castigada o cuando menos se aplique una fuerte reprimenda a esta zona debido a las humillaciones y maltrato que recibió su hija y por el nulo apoyo que se le brindó. Por todo ello les pido que se retiren y reflexionen sobre su proceder, para que en un futuro no volvamos a tener un problema semejante y que de ahora en adelante nos tratemos como hermanas y seamos hospitalarias con aquellas jirafas que se encuentren en desgracia y esperemos que el castigo que se nos aplique no sea muy riguroso.
La madre de Fira preguntó
- Disculpe jefa, pero usted no sabe que eran los regalos que nos traía la princesa? Digo para saber si nos perdimos de algo bueno.
- Collares, collares hermosos como éste.
Y Fira madre se quedo perpleja, realmente si se había perdido de mucho y con la cabeza gacha se retiro a su acacia.
Varias trompetas anunciaban la retirada del carruaje con la princesa y su hija. La jefa organizó una valla de jirafas para despedirla y al menos no quedar tan mal.
Fira lloraba y lloraba por su amiga, cuando la princesa la mira y dice:
- Por la amistad y el apoyo que de ésta pequeña jirafa recibió mi hija, solo por eso les he perdonado todo y les hago entrega de sus regalos y tampoco pondré ninguna queja, sin embargo quiero que les quede bien claro que jamás se debe abusar de una semejante y muchos menos burlarse, debemos hacer todo lo contrario, es decir apoyarle para que se sienta menos infortunada.
Fira y Rita se abrazan y lloraron desconsoladamente. Rita o Indi promete escribir y enviar fotos de su país.


La pequeña brujita
Raquel Rodríguez

Llegó el verano y la alegría iluminó el rostro de la pequeña Isadora, a sus siete años solo aspiraba a jugar con niñas y niños de su edad, pero en aquel apartado lugar del bosque sus esperanzas se reducían a los campamentos de verano que año con año se instalaban cerca de su casa.
Su madre la bruja Amanda era una mujer muy malvada, enojona y además estaba un poco llenita por no decir gorda, pues se la pasaba sentada y todo el día le ordenaba que hiciera quehaceres que la pobre niña con sus escasos años no podía hacer aunque eso sí, era muy hacendosa. No podía recoger todo el tiradero que la abusiva madre hacía inventando fórmulas de hechicerías que no servían para nada, según el pensar de Isadora, pues si sirvieran de algo podría ya haber inventado algo que le ayudara con el mal carácter y la hiciera más limpia y educada y hasta una buena mascarilla no le caería mal.
En esos pensamientos entretenida estaba cuando escuchó una gran algarabía de gritos y sonidos, eran las voces de sus amigos que la llamaban.
Llegaron mis amigos –gritó Isadora- ahora vuelvo madre. Y salió corriendo seguida de Fermín su loro parlanchín.
Su loca carrera se vio interrumpida cuando cayó a un agujero que estaba cavado en la tierra y muy bien disimulado con hojas y ramas de árboles.
¡Mamá!, Otra vez mi mamá puso una trampa para los niños, esto es cada año no me gusta que mi mamá ponga trampas a mis amigos, siempre los trata mal y todo por su flojera quiere que cada año le dejen reluciente la casa. Ahora que soy más grande le voy a dar una buena lección.
-Así iba pensando Isadora después de haber salido de aquel agujero cuando se encontró con sus amigos. Una vez que se saludaron y se abrazaron y se dieron regalos se pusieron a jugar hasta que se hizo de noche.

Antes de irse Isadora les dijo a todos que su madre igual que cada año había cavado una fosa para que cayeran los niños y secuestrarlos por todo un día hasta que le limpiaran la casa y que a ella eso no le gustaba que no entendía porque su madre se comportaba de esa manera, pero que esta vez estaba decidida a no dejarla hacer mas maldades. Por ello les pidió dejaran el agujero igual como su madre lo tenía, pero que tuvieran mucho cuidado al pasar por ahí y que le ayudaran a cavar otro agujero más grande en donde su madre cupiera y así darle un buen escarmiento.
¡Vamos! Gritaron algunos niños, antes de que oscurezca.
Así que cavaron un hoyo por donde la mala mujer pasaba seguido, lo hicieron de dos metros de profundidad y lo disimularon muy bien tapándolo con ramas y hojas secas.
Pasaron algunos días y la bruja Amanda estaba impaciente porque no caía ningún sirviente en la trampa, desesperada ya con tanto desorden decidió salir a recoger plantas al claro del bosque para sus importantes inventos como decía la malvada.
El campo la hizo sentirse libre y relajada y empezó a cantar mientras caminaba sin fijarse, conocedora y dueña de aquella región como la palma de su mano, así había dicho en una reunión de brujas.
¡Qué bonita soy, qué bonita soy! Laralala laralala. ¡Haaaaaaaay……!
¡Pum! ¡Top ! ¡track ¡tic! ¡pass!
Cayó la bruja en la trampa y quedò tan desconcertada que no entendía que pasaba. Con la cabeza torcida y las patas hacia arriba, creía que el mundo se había vuelto al revés. Pero dándose cuenta de lo que pasaba se dijo – soy yo la que está al revés- y como pudo se dio vuelta y quedó sentada.
¡Un momento! Que sucede aquí, acaso es mi trampa ¡no! Mi trampa la puse cerca del campamento, entonces esto ¿qué es? Otra trampa, pero de ¿quién? Pero de quien, nadie entra en mis dominios sin mi consentimiento algo raro esta pasando aquí, eso lo averiguaré cuando salgo. Ahora lo que tengo que hacer es gritar para que me saquen.
¡ auxilio! ¡auxilio! Sáquenme de aquí, sáquenme de aquí. Isadora, Isadora.
Nada, silencio total, resignada se quedó pensativa esperando que alguien llegara a rescatarla y echando pestes contra aquel que hubiera puesto la trampa.
Mientras tanto niñas y niños seguían jugando y jugando sin sentir que pasaba el tiempo, hasta que Isadora se acordó de su mamá y creyó conveniente que antes de irse a su casa debía pasar a revisar la trampa.
Algo ha sucedido –pensó- al mirar en desorden las hojas y ramas. Acercándose gritó ¡hay alguien ahí!
- Isadora, Isadora, hijita mía que bueno que viniste, sácame de aquí por favor, ya estaba creyendo que iba a pasar la noche aquí.
- Pero ¡ mamá! ¿qué haces ahí abajo?
Me divierto no ves, deja decir tonterías y ve por una cuerda para que me saques.
- Sabes que mamá, no te voy a sacar porque eres muy mala y ya se que cavaste otro hoyo para que cayeran mis amigos, pero ya lo tapamos y te vamos a dejar ahí hasta que prometas que vas a cambiar.
-Te lo prometo, te lo prometo, corre ve por la cuerda –dijo la bruja inmediatamente- pero sin ninguna intención de portarse bien.
- ¡Ah no! Mamá, veo que no estas convencida y no te puedo sacar y se sentó Isadora a la orilla de la fosa a esperar que su madre estuviera realmente arrepentida y no volviera a dañar a sus amigos.
- Te digo que ya me arrepentí y voy a cambiar –insistía la bruja- cansada de esperar y con ganas de salir y desquitarse dándole una buena tunda.
- Consigue la cuerda hijita y de paso me traes algo de comida y de beber ya hasta me dio hambre.
Al escuchar a su madre, le vino a la cabeza una gran idea a Isadora, iría por la cuerda y a la vez traería algo de beber, pero algo de beber para que su madre se hiciera buena.
Corrió a su casa y busco el libro de “hechicerías” como le llamaba su madre y leyó:
“cómo hacer que un a persona se vuelva buena y hasta bonita”
Hierva en un pocillo con agua las siguientes hierbas:
- Una pizca de manzanilla para las espinillas
- Una pizca de hierbabuena para que se haga buena
- Una pizca de helecho para que se le quite lo contrahecho
- Una pizca de lechuga para que se desaparezca la verruga
- Una pizca de melón para que se le quite lo gritón
- Una pizca de charales para los buenos modales
- Una pizca de pescado para que se le olvide el pasado
- Una pizca de dona para que se le quite lo mandona
- Una pizca de toronja para que se le desaparezca la lonja
- Una pizca de menta para que se le quite lo lenta
- Una cabeza de ajo para que no le tema al trabajo
- Y por último unas gotas de limón para que le ablande el corazón
Revuelva todo y déjelo hervir por cinco minutos sírvalo muy caliente para que se queme lengua y dientes y deje de ser impertinente.
Después de hacer aquel bebedizo secreto Isadora quemó todos los libros de su madre y llamó a sus amigos para que le ayudaran a asear la casa, ya que si su mamá olvidaba el pasado, para ella iba a ser fácil decirle que ella era una mujer muy buena y trabajadora y que siempre tenía la casa limpia.
Entre todos limpiaron la casa y la dejaron reluciente. Isadora tomo la cuerda, la comida y bebida y se dirigieron a donde estaba su madre.
- Isadora, Isadora, gritaba la madre desesperada ¡aah ¡ escuincla ya verás la que te espera cuando salga de aquí, que tanto haces que no vienes.
- Ya vine mamita querida, haz de tener mucha sed, toma un poco de agua de limón y enseguida te sacamos.
- primero quiero salir de aquí, y luego tomaré todo el agua que quiera.
- ¡Ah! Si no tomas agua no te puedo sacar, me preocupa tu salud y en todo el día no has tomado nada y además me prometiste portarte bien y no lo estás haciendo.
- Pásame el agua y verás que si quiero cambiar
Decía la malvada mujer fingiendo la voz y además porque en verdad tenía mucha sed.
- dices que es agua de limón, sabe a rayos creo que tomaste agua de lavar los trastes.
- No mamá, es agua de limón pero como llevas tanto tiempo ahí, ya no encuentras el sabor. anda hasta que te la hayas terminado te sacamos.
La bruja tomo toda el agua e impacientes esperaban el cambio, pero la bruja se derrumbó y todos se asustaron, creyeron que había muerto. Pero tambaleándose se levanto y dijo:
- hija que me pasó, que hago aquí.
- De veras no te acuerdas mamá, caíste en una trampa.
- no se que pasó pero sácame ya, tengo mucha hambre y estoy cansada luego me platicas lo que ocurrió.
Isadora y sus amigos no lo podían creer, la bruja hasta se veía más bonita pero aún así tenían mucha desconfianza, creían que estaba fingiendo. Pero la bruja volvió a decir.
- por favor, hija no se que hago aquí, pero ayúdame a salir y en cuanto me recupere un poco, invitas a todos tus amiguitos a jugar y yo les prepararé el pastel de chocolate que tanto te gusta.
Esto agradó mucho a todos y se convencieron que todo había cambiado e inmediatamente la sacaron. Isadora abrazaba y besaba a su madre, por fin iba a tener una mamá normal y eso le daba mucho gusto y lo mejor de todo podía invitar a sus amigos y amigas a jugar sin ningún temor.



La vaca Doris
Raquel Rodríguez


En un establo de un señor llamado José, vivían cinco vacas de las cuales una de ellas iba a ser mamá.
A esa vaca no le parecía bien que su primer bebé naciera en ese lugar, pues ese señor no las alimentaba bien y aparte solo quería a las vacas porque daban mucha leche. Un día por la noche, ésta vaca a quien llamaban Doris, se escapó del corral de Don José y regresó a la granja de su antigua dueña, la que por motivos urgentes la había vendido a ese señor.
A la mañana siguiente Sara, la dueña anterior exclamó:
- ¡Doris! ¿Qué haces aquí?
- Tú debes estar con tu dueño, seguro vendrá en tu busca.
Doris se quedó ahí por varias horas mas hasta que su propietario Don José tocó a la puerta enfadado y un poco preocupado.
Al ver este que su vaca estaba con Sara empezó a gritarle para que saliera y regresara a su establo, Sara se dio cuenta de que a aquel señor trataba mal a las vacas y le dijo:
- Don José, le compro las vacas, acabo de vender la cosecha y tengo suficiente dinero, seguro llegamos a un arreglo si usted está dispuesto a venderlas.
Don José desconcertado dijo que no, pues con la leche que vendía de las vacas se mantenían él y su familia.
Sara siguió insistiendo y pudo lograr que Doris se quedara ahí hasta que tuviera a su bebé. Albergaba la esperanza de quedarse al menos con Doris y su hijo.
Cuando nació el bebé, regresó Don José por su vaca. La señora Sara volvió a pedirle que se la vendiera, ofreciéndole una cantidad mayor de dinero y ya Don José dudaba en llevársela; quedó de platicar con su mujer el asunto y darle respuesta al día siguiente.
Doris estaba muy preocupada porque no quería regresar con aquel hombre y menos ahora que era madre. Había visto como ese hombre maltrataba a los animales y no quería arriesgar a su bebé.
Al otro día Don José pasó a la granja de Sara a darle su respuesta.
- Buenos días Sara.
- Buenos días Don José, ¿qué ha decidido?
- Pues mi esposa está de acuerdo en vendértela.
- Así que ya es mía.
- Pues yo no estoy muy convencido porque había pensado que ahora que tiene el hijo me va a dar bastante leche, y eso será por muy buen tiempo y ganaré mucho dinero
- Anímese Don José, la vaca no está dando mucha leche, a mi me parece que no salió buena para eso, no creo que le convenga, ni a mí tampoco, pero me he encariñado con el becerro.
- Es verdad eso que me estas diciendo Sara
- Claro que sí, si quiere pregúntele a Don Nico, ya sabe que él me ayuda a ordeñar desde hace mucho tiempo, él fue quien me lo advirtió cuando se dio cuenta.
- Me estas convenciendo Sara, yo para que quiero una vaca así, mejor me compro otra, además ya se aprendió el camino a tu rancho y en cualquier momento se vuelve a escapar, hagamos el trato.
Ese mismo día Sara le pagó lo acordado y se quedó con Doris.
Cuando Doris lo supo no paraba de dar lengüeteadas de felicidad a su hijo, aunque eso le costó su buena reputación, ya que Don José se fue pensando que era una vaca que no sabía dar leche, pero eso no importaba, todos en ese rancho sabían la verdad, que ella era una vaca que daba más leche que ninguna otra. Esa mentira la salvo a ella y a su pequeño de volver con Don José.


Coa la gran estrella
Ana Karen Ponce Zamora


Había una vez una estrella llamada COA, vivía en la tierra en una casita en la montaña
Soñaba con brillar en el cielo y ser muy especial para los humanos.
-¿Por qué estas triste COA? -pregunto un hada.
-¡Como sabes mi nombre hada! –respondió asombrado COA.
-Yo sé lo que sueñas y deseas – le contesto el hada.
-¡ah con que tú eres el hada de los deseos!-dijo feliz COA.
-¿Por qué no te gusta estar en la tierra COA?- le pregunto el hada.
-Es que yo quiero ser especial y ayudar a los anhelos de los humanos- contesto COA con cara de soñador.
-¡Pero ese trabajo no es fácil!-le dijo preocupada el hada.
-¡Para mí no!, viviendo en la Tierra ahora entiendo a los humanos –respondió COA muy seguro.
-Se que necesitan creer en alguien especial que los apoye- dijo COA.
-Está bien estoy de acuerdo- dijo el hada sonriendo.
-Si eso deseas te lo concederé COA- le dijo el hada levantando su varita.
-¡Sí, eso es lo que quiero! – afirmo COA y serró los ojos entusiasmado.
- serás la estrella más brillante en el cielo y escucharas y apoyaras a los humanos con corazón bueno cuando pidan tu ayuda- dijo el hada desapareciendo.
Y cada vez que mires al cielo y veas a la estrella más brillante pídele con el corazón lo que más anheles y te ayudara trabajando duro.


El burro mañoso
Pedro Garbo

Carlitos tenía que vender las flores montado sobre un burro. Muy temprano en la mañana lo sacaba del corral, y se iba al pueblo y al oscurecer, volvía a la casa. Una tarde, el burro no quiso seguir andando: el niño trató de hacerlo andar, pero el burro mañoso no se movía. Entonces el pobre Carlitos se sentó en una piedra y se puso a llorar porque su padre lo castigara por demorarse tanto.
Al poco rato pasó por allí un amigo del pueblo llamado Martín y le preguntó:
- Carlitos, ¿por qué lloras?
- Lloro porque el burro no quiere andar y si tardo, mi padre me va a castigar.
- Pues verás cómo yo lo hago andar.
El burro tampoco le hizo caso y Martin dijo:
- Yo también me doy por vencido. Se sentó al lado de Carlitos rezonga que rezonga y en eso pasó una niña llamada Adela:
- ¿Por qué rezongas Martin?
- Rezongo porque Carlitos se ha puesto a llorar, porque su burro no quiere andar y si tarda, su padre lo va a castigar.
- Pues verás como yo lo hago marchar.
Pero el burro siguió sin moverse y la niña dijo:
- Yo también me pondré a lamentarme.
Y se sentó junto a Martin, llorando sin consuelo.
Entonces pasó Sebastián
- Adela, ¿por qué estás llorando?
- Lloro porque llora Martin y Martin llora porque Carlitos se ha puesto a llorar, porque el burro no quiere andar y si tarda, su padre lo va a castigar.
- Pues verás cómo yo con el lazo lo hago marchar.
Pero el burro mañoso se quedo muy tranquilo y Sebastián dijo:
- Yo también me pondré a lamentarme. Y se sentó junto a Adela hecho un mar de lamentos. Poco después pasó por allí un viejo llamado el tío Nicolás:
- ¿Por qué te lamentas Sebastián?
- Me lamento porque llora Adela y Adela llora porque llora Martin y Martin llora, porque Carlitos se ha puesto a llorar, porque el burro mañoso no quiere andar y si tarda en llegar a la casa, su padre lo va a castigar.
- Pues verás cómo yo lo hago marchar.
Entonces todos: Carlitos, Martin, Adela y Sebastián se echaron a reír a carcajadas, diciendo:
- ¡Ja, ja, ja! ¿Cómo una abeja tan chiquita va a poder más que todos nosotros?
El tío Nicolás saco de un frasco una abejita. Esta voló hasta donde estaba comiendo el burro y se puso a zumbar: - ¡Zzz,Zzz…!
El burro le molesto tanto el ruido que dejo de comer. La abejita se posó entonces en la oreja del burro y ¡Zas!, lo picó tan fuerte que salió corriendo sin parar hasta llegar al corral. Tanto corría que Carlitos apenas pudo alcanzarlo… y Martin, Adela y Sebastián se quedaron allí mirándose, con la boca abierta.


¡Lolita, Pedrito y el acordeón!
Georgia Betancourt

Pedrito era un niño muy alegre que adoraba tocar el acordeón. Lo que él no sabía es que todos los días que se ponía a practicar, su vecinita Lolita que lo escuchaba desde la ventana de su cuarto deseaba que terminara rápido porque la melodía del acordeón la atormentaba.
Días enteros se sentaba Lolita en el balcón de su casa imaginando planes para hacer que Pedrito se interesara en jugar con ella y no tocara más el acordeón. A veces se empecinaba tanto en tratar de distraer a Pedrito que se quedaba dormida pensando en lo bueno que sería una tarde de silencio jugando ellos solitos sin la compañía de ese instrumento tedioso.
Un día, se le ocurrió una idea maravillosa. Decidió que se haría la enferma para que Pedrito sintiera lástima por ella y la viniera a visitar. De esta manera ella aprovecharía y se pondría a jugar con él. Diciendo y haciendo, Lolita fingió estar muy enferma con gripe y se aseguró de que su mamá se lo dijera a Pedrito.
Este sin pensarlo dos veces decidió ir a visitar a su amiguita, pero grande fue la sorpresa de Lolita cuando apareció Pedrito con el acordeón y le dijo así: -Lolita lamento mucho que te sientas mal pero te compuse una canción nueva en el acordeón. Escúchala y veras como te sientes mejor.- Pobre Lolita su plan le fracasó y para colmo tuvo que escuchar una melodía que ni siquiera ritmo tenia.
-¡Que horror!- pensó Lolita, -¡Mejor pienso en otro plan porque este ya me falló y de qué manera!-
Entonces sin perder las esperanzas comenzó a pensar en otra forma para hacer que su amiguito jugara con ella. Pensando y pensando, otra idea deslumbrante se le ocurrió.
-¡Ya sé!- exclamo Lolita, - Voy a comprar dos periquitos que cantan muy bonito y los pondré en el balcón.- Cuando Pedrito los vea se emocionara tanto que se le va olvidar ese acordeón tan indeseable.
En un santiamén, Lolita salió a la tienda donde vende mascotas y compró los dos periquitos más bellos y cantores que había en la tienda. El señor que se los vendió le aseguro que eran muy dóciles y les gustaba cantar mucho. –Perfecto,-pensó Lolita,- con esto Pedrito me vendrá a buscar para jugar conmigo y con los periquitos. Dicho y hecho, Lolita puso los periquitos en el balcón de la casa y Pedrito al verlos no se pudo contener y le grito a Lolita:
-¿Lolita puedo ir a tu casa a jugar con los periquitos?- Lolita súper emocionada le contestó – ¡Si Pedrito, ven cuando quieras!-.
Pero para fatalidad de Lolita, Pedrito trajo el acordeón consigo y le dijo a Lolita- ¡Le voy a tocar a los periquitos a ver si les gusta! – Estos encantados empezaron a cantar y fue todo un concierto que todos disfrutaron menos Lolita.
Desconsolada la pobre niña dijo para sí: ¡Me rindo, no puedo hacer cambiar a mi amiguito Pedrito! Mejor pienso en como jugar yo sola porque él nunca dejará de tocar su acordeón. Entonces su mamá que había estado siempre atenta a lo que le pasaba a su hija, le aconsejó de esta manera: -Lolita, en vez de hacer que Pedrito se aleje de su acordeón, trata de aprender un instrumento para que puedas tocar junto con él y se diviertan mucho.
Lolita escuchó a su mamá y decidió aprender a tocar las maracas. No le dijo nada a su amiguito y después de unas semanas lo sorprendió en su casa con su nueva habilidad. ¡Lolita tocaba las maracas maravillosamente! Pedrito no podía creer que su amiguita había hecho eso por estar a su lado y en agradecimiento a su fiel amistad, decidió que todas las tardes la pasarían juntos tocando sus instrumentos.
Y cuentan por ahí que llegaron a tocar tan armoniosos que formaron su propia banda a la cual llamaron con mucho orgullo: “Lolita, Pedrito y el acordeón”.

El castillo azul
Betty Lopez


Este era un castillo que quedaba en un planeta lejano. El noble Juan fue a buscar la
Princesa de ese castillo. El camino era difícil, era de tres pisos de paredes azules de
Turquesa, zafiro, azulejos, lapizlazuli y todas las piedras azules. En el primer piso el
Noble Juan se enfrento con un ejército y con su famosa espada acabo con ellos uno
A uno. Después se encontró con unos grifos que volaban y rugían y el buen Juan los
Acabo con la espada escalibur. Mas tarde aparecieron unos leones que lo rodearon
Para comérselo y despellejarlo vivo pero el noble Juan disparo su pistola rusa y los
Acabo enseguida. Al fin paso el primer piso. En el segundo piso habían manzanas
Azules y comió una, y oh, que delicia, y pensó la princesa estará contenta con una
Canasta de estas. Después con el sol azul de ese planeta vio unas hermosas rosas azules
Sin espinas y las cogió y se las llevo a la princesa. Subió en su flamante coche azul y
Se dirigió al tercer piso. En el tercer piso le salió un dragón gigante que echaba fuego
Por la boca y cambio el coche azul en un cohete sofisticado y con un mig mato al
Dragón que cayó muerto en el acto. Ya después llego al castillo donde estaba la
Princesa vestida de lentejuelas azules de turquesa y zafiro y el la vio muy hermosa y
Ella también lo vio muy hermoso que se enamoraron inmediatamente. El noble Juan
Le dijo: aquí traigo mi corona de noble para ti, mi amada princesa, si me aceptas,
Además una canasta de manzanas azules y una docena de rosas azules sin espinas,
Todo te lo doy con todo mi corazón y con todo mi amor. La princesa le dio el sí y
El rey y la reina y sus hermanos y hermana festejaron el matrimonio católico y ellos
Fueron felices y comieron perdices. Y colorín, colorado este cuento se ha acabado.

El David y el Goliat de la Naturaleza
Manuel Ibarra

Siempre se ha pensado que en la naturaleza se impone el uso de la fuerza por parte de los grandes animales.Pero no tiene porque ser asì, de allì que habìa una vez un pequeño conejo el cual vivìa con su familia en el bosque, entonces un hambriento y feroz tigre comenzò a cazarlos indiscriminadamente, muy triste y lloroso el conejo no dormìa pensando en la manera de salvar a su familia del temible animal, fue entonces cuando tuvo una brillante idea, decidiò mudarse cerca de la cueva de un puerco espìn y le propuso un trato amistoso, en donde el conejo se comprometìa a traerle muchas frutas como patillas, melones, guayabas, mangos para alimentar a la familia del puerco espìn mientras èste se comprometìa a enfrentar con sus afiladas espinas al feroz tigre, aceptado el trato, un dìa se presentò la ocasiòn en donde el tigre llegò a la cueva del asustado conejo y el puerco espìn saliò y lo enfrentò, el tigre tratò de atraparlo pero las espinas se le clavaron en sus patas, el hambriento tigre se retirò cojeando. Muy feliz el conejo le diò las gracias al puerco espìn ya que juntos habìan logrado vencer al feroz animal. La siguiente semana el conejo caminaba por el bosque cuando se encontrò con un pequeño mapurite, al cual todos los animales del bosque le temìan dado el fuerte olor que despide cuando se molesta y orina, el conejo le hizo un trato para que le protegiera a su familia y a cambio le traerìa grandes cantidades de frutas, aceptado el trato llegò el dìa en que el hambriento tigre volviò a la cueva del conejo y entonces el pequeño mapurite lo enfrentò y soltando un fuerte chorro de orin en su cara, casi lo ahoga y deja ciego por el fuerte y desagradable olor, el tigre saliò corriendo y el conejo le agradeciò al mapurite por su ayuda. El siguiente mes, el conejo se encontrò por casualidad con un numeroso grupo de abejas, acercàndose con mucho cuidado les propuso un trato, el cual si ellas aceptaban proteger su cueva por una semana, las llevarìa a un lugar lejano en el bosque en donde estaba un inmenso cultivo de flores, muy contentas las abejas aceptaron el trato y se mudaron muy cerca de la cueva del conejo. Un dìa llegò el tigre y cuando tratò de entrar a la cueva, un enjambre de miles de abejas lo enfrentaron y lo pincharon por todo el cuerpo, el asustado tigre no tuvo màs remedio que salir corriendo dando gritos por toda la selva. El conejo saliò muy contento de su casa y les dio las gracias a las abejas y se fue con ellas a terminar de cumplir el trato acordado. De esta manera se evidencia como la inteligencia de un pequeño conejo venciò a la fuerza de un inmenso tigre.


Sol y Estrella
Mishu

Hubo una vez una estrella que una noche no volvio a casa cuando llego el amanecer. Deslumbrada por luz del dia, Estrella se fue acerco cada vez mas al sol sin darse cuenta.
- Qué haces aqui de día? No ves que he salido? le dijo el Sol - Es muy peligroso estar en mi presencia, porque te puedes quemar. - Ya, pero es que me he despistado y no encuentro el camino a casa - respondió Estrella.
Sol indicó a Estrella como llegar hasta la noche para encontrara su casa. Estrella se despidió de Sol y le premitió no volver a perderse más. Desde entonces todos los días, Estrella y Sol se saludan desde lejos cuando se cruzan, al anochecer y al amanecer.




La niña y el árbol
Estela Fonseca

Gaby era una niña que vivía lejos del pueblo y para poder ir a la escuela era necesario atravesar un pequeño bosque, en el colegio la hacían llorar por que le decían que era negra y fea y por eso salía llorando casi todos los días de la escuela , pero cada vez que pasaba entre los arboles sentía una voz que la llamaba ella no prestaba atención. Cierto día decidió acudir a la voz que la llamaba y con asombro descubrió que era un gran árbol, el cual le dijo cuando la estuvo de frente—hola Gaby, por fin acudes a mí, te he querido consolar cuando pasas llorando y quejándote de tu suerte, sé que te dicen fea y eso te molesta, al igual cuando te dicen negra, quieres hablar conmigo tengo muchas respuestas a tus dudas. —¿A mis dudas? Preguntó Gaby.
— Si tus duda, tus inquietudes y tu mala suerte– dijo el árbol.
— me molesto por que todos se burlan de mi diciéndome cosas feas, y me siento fea, negra y torpe
— Tu te sientes fea, y permites que te vean fea, por eso te dicen fea, al no quererte dejas que los demás no te quieran te ves negra yo te veo morena, negra la noche cuando no se ve, negro el carbón que da mi corazón cuando yo muera, pero negra tu no te veo. - dijo el gran árbol con una gran sabiduría. — Sera que los demás ven lo que yo transmito con mi actitud, — Así es Gaby, yo te veo morena preciosa, inteligente, capaz, pero tienes que demostrártelo y quererte tal como eres y hacerle sentir a los demás lo importante que eres y lograras que te quieran con tus defectos y tus virtudes…  Ese día Gaby sonrió y demostró que era una morena inteligente y bella..

JULIO CONEJO
                          
En el hospital municipal de San Juan de Puerto Rico nació un niño, hijo
primogénito de Sebastián Cedeño y Celeste Betance. Hacía años que querían tener un hijo
y por fin se les habían cumplido sus deseos. Cuando la madre quiso ver al recién nacido,
el doctor la complació y se lo puso en sus brazos. Ella empezó a llorar de alegría, pero
también se asustó al verlo y exclamó: “Es un monstruo doctor, no es mío”. El doctor, con
mucha calma, le explicó:  
-Doña Celeste, su hijo es un niño saludable; sólo que tiene las orejas más grandes
que los demás niños, pero eso se le puede corregir cuando cumpla 2 años.
           Doña Celeste tenía vergüenza de tener un hijo que fuera la burla de sus amistades y
por eso no quería ir a ningún sitio con él.
          Un día decidió ir al río Grande de Loiza. Era de noche. El niño tenía ya un año y lo
puso en un canasto. Cuando iba a ponerlo en las turbulentas aguas esperando que alguien
se hiciera cargo de él (algo parecido al pasaje bíblico que explica la vida de Moisés), se le
presentó un sacerdote budista:
    -Mujer -le dijo-, no hagas eso.
           -¿Quién es usted? -preguntó ella.
-Yo soy Buda -respondió este extraño ser regordete vestido con una túnica marrón
y de penetrante mirada-. Nací en la India, un país lejano que está en el continente
asiático. Soy el iluminado, vengo a llenarte de alegría y darte las enseñanzas de la
felicidad. Tienes que ser bondadosa y ser positiva. Ama a tu hijo y siéntete
orgullosa de este obsequio de Dios, sólo así tendrás la paz eterna. Ese niño que tienes en tus manos nació en diciembre, igual que yo e igual que el hijo de Dios
Jehová, nacido en Belén, hijo de María y José. Tu hijo seguirá el Dharma y te
traerá grandes satisfacciones; regresa a tu hogar, ámalo y no te avergüences de él.
            Ella se arrepintió de lo que trataba de hacer y, para sentirse mejor, se mudó a un
barrio de Arecibo, donde nadie los conocía y, cuando el niño empezó a ir a la escuela, lo
enviaban con un gorrito que cubriera sus orejas para evitar la burla de sus compañeros.
          Así creció Julio; era el mejor alumno, se destacaba en todo y, en especial, en los
deportes. Cuando tuvo nueve años empezó a jugar al baloncesto; era el deporte que más
le gustaba y su equipo siempre ganaba muchas medallas. Todo el pueblo quería a Julio y
se asombraba de la rapidez con que hacía los pases y los donqueos en cada partido en el
que participaba. Un día en que estaban celebrando el campeonato, uno de sus amigos  le
quitó el gorro que siempre llevaba y que cubría sus orejas. Julio se quiso tapar con las
manos sus orejas pero ya todos se habían dado cuenta y algunos empezaron a burlarse de
él.
-Con razón saltaba tan alto, ¡es un conejo!-, dijo un compañero en son de burla-. --
¿Por qué no te cortas esas orejas para que te veas normal?- le dijo otro.
            La profesora Noris, que sabía de su caso y había guardado por años aquél secreto,
reunió a los niños en el salón mientras Julio se quedó en el balcón de la escuela y empezó
a llorar. La profesora Noris Mc’Osorio, que aparte de su trabajo era también trabajadora
social, calmó a los niños y los reunió en el salón de clases. Llamó a Julio y lo sentó a su
lado y empezó a hablar a los alumnos. 
-¿Por qué ustedes son tan crueles? Se burlan de Julito porque tiene las orejas
grandes. ¿Acaso no nos ha puesto en primer lugar y hemos sido campeones en
básquetbol y se ha esforzado por lograr medallas en este deporte y en otros más?
Siéntanse orgullosos de él y cada uno lo tienen que aceptar así. Yo quiero que
cada uno de ustedes se acerque a él y se disculpe por lo sucedido. 
Todos los niños lo hicieron y le dieron la mano. Las niñas lo abrazaron y lo
besaron en la mejilla.
Ya Julio se sentía bien y no le importaba lo que la gente pensara. Él continuaba
destacándose en el deporte que más amaba y llegó a estudiar en el instituto, donde
también sobresalió. Las orejas las usaba como alas de avión cuando jugaba en el
polideportivo y se iba formando como armador y encestador. ¡Era el héroe del colegio de
Arecibo!
         El hombre que dirigía el equipo nacional para viajar a México a participar en los
juegos bolivianos, licenciado Héctor Miró, se sentía preocupado porque el equipo de
basquetbol que nos iba a representar en esos campeonatos no era lo suficiente fuerte
como para enfrentarse a los equipos de los otros países, que tenían jugadores fuertes, altos
y con mucha experiencia.
          Un día, un compañero de estudios de Julio tocó la puerta del señor Miró. Después
de saludarlo le dijo lo siguiente: 
-Señor, en nuestro equipo de Arecibo tenemos un compañero de clases que es un
jugador que podría ser muy valioso para la selección nacional. ¿Por qué usted no habla
con él?
           -¿Qué edad tiene? -Dieciséis años, señor. Es muy joven; pero como es un torneo amateur quizás
pidiéndoles permiso a sus padres podríamos reclutarlo para que nos represente
con el equipo nacional.
        -¿Cuándo puedo verlo jugar?
-Este próximo domingo jugará por el equipo de Arecibo contra el colegio de
Ponce. Sólo quiero anticiparle que Julito tiene las orejas largas y esto pudiera ser
un obstáculo para los campeonatos.
-Yo creo que no va a ser un obstáculo- respondió el señor Miró. Y poniéndose de
pie el señor Miró le dijo a Rafaelito, amigo de Julio: obsérvame cuando camine y
corra.
-No noto nada señor.
-Hijo, yo tampoco soy perfecto; sin embargo podía encestar inclinando mi cuerpo
sobre el pie izquierdo y llegué a jugar en grandes ligas y me hice famoso  ¿Sabes
por qué? Porque tengo dos pulgadas más largo el pie derecho. Tú no lo notas
ahora porque tengo unos zapatos especiales; pero cuando jugaba usaba tenis
normales y todo el equipo lo sabía y nunca fui subestimado. Por eso quiero
conocer a tu amigo.
Rafaelito se sorprendió de lo que estaba escuchando y llevó al señor Miró al 
estadio bajo techo de la cancha de Arecibo. Ese día Julio, que siempre promediaba 29,2
puntos por juego encestó 36 puntos, 3 rebotes y dio 11 asistencias para llevar a su equipo
al campeonato nacional inter escolar.
          Después de ver a ese joven el señor Miró reclutó a Julio para formar parte del
equipo nacional que iría a los campeonatos bolivianos.
           Con Julio el equipo ganó los campeonatos internacionales de basquetbol y trajeron
para nuestro país las medallas de oro.
           Ya Julio era conocido a nivel internacional aunque continuaba estudiando. Cada
vez que participaba en un campeonato y encestaba una canasta todo el público gritaba
gol: “gol, goooooooool”, haciendo alusión al fútbol que también le gustaba practicar y
también le gritaba a las gradas: “Bravo, Conejo, bravo”.
          Su equipo ganó el campeonato dos años seguidos .Ya Julio tenía diecisiete años y
estaba preparándose para ir a la universidad, cuando un día llegó a su puerta un
representante del equipo campeón de la N.B.A ofreciéndole un contrato millonario, el
cual aceptó.
           En las primeras pruebas hacia todo como un genio y ya en la cancha empezó el
público a llamarlo Rabbit. Su nombre, the Puerto Rican Rabbit, salía en primera página
de todos los periódicos de los Estados Unido. Julio the Rabbit, el genio, el monstruo,
volvió a ganar con su equipo, anunciaban los narradores deportivos..
          Julio ya tenía dos años en la N.B.A. pero se sentía triste. Un día, su amigo de
Boulder, Omark Ferreira, experto en computadoras, lo llamó y le dijo:
  -Julio, ven a ver lo que he encontrado en un web site de la computadora. 
Julio fue a ver y cuál no sería su sorpresa al ver que en el email había una
fotografía de una mujer muy linda pero con orejas largas como él. El mensaje decía así:
-Me llamo Agnes O’Hara. Soy hija de inmigrantes irlandeses nacida en Australia.
Tengo dieciocho años y estudio para ser veterinaria en Melbourne. Quisiera tener
comunicación con otros amigos. Muchos jóvenes me rechazan por tener las orejas largas, tal como usted puede ver en la fotografía. Aquí me apodan Agnes the
Rabbit. Estoy muy triste.
Al leer esto Julio le dijo a su amigo Omark:
-Yo también tengo dieciocho años y no tengo novia y esta joven es como yo;
quiero conocerla. 
Omark hizo los planes y por internet comenzaron a hablarse. Ella vino a Puerto
Rico a conocerlo en persona y se encontraron por primera vez en el aeropuerto Muñoz
Marín. Él después la llevó a conocer la isla de su familia, que vivía en Naranjito, y
también la llevó a Arecibo, a conocer a la parte de la familia que vivía allí. Así estuvo
conociendo toda la isla y San Juan la capital. Mirando las playas y Luquillo, Agnes le dijo
a Julio: “Este es un lugar hermoso, me gustaría vivir aquí”. 
-Yo también quiero que estés a mi lado y que aquí seamos muy felices- le
respondió Julio.
            Fue un amor a primera vista. Más tarde se casaron y, aunque no tenían los cuajos
(las orejas) grandes como ellos, a los tres hijos que tuvieron los llamaron:
            Shariff Rabbit
       Víctor  Rabbit
            Sandro Rabbit.
Viven felices en Puerto Rico, pues TENER DEFECTOS NO NOS QUITA EL
DERECHO DE SER FELICES.
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Cuento de Eduardo Méndez.
25 de diciembre de  2006

Lo que le pasó a don Grillo
©Andrés Díaz Marrero

Adriana, se había reunido con Sofía debajo del palo de mangó, como lo habían planeado. Traían con ellas herramientas de juguetes. Un martillo, un serrucho y unos alicates.
¡A trabajar! -dijo Adriana, y comenzó a golpear el tronco como si estuviera clavando. Sofía, se puso a jugar que aserruchaba una de las ramas.
-¡Ay!, ¡Auxilio! ¡socorro, me están tumbando la casa! ¡Ay!, ¡Auxilio! ¡Ay!…
Adríana y Sofía, dejaron de jugar. Y miraron asombradas a un pequeño grillo que gesticulaba mientras gritaba pidiendo auxilio.
-¡Un grillo que habla!. -exclamó Sofía.
-¡Claro que puedo hablar! Puedo hablar y cantar y brincar cuanto me plazca, pero eso no es motivo para que me tumben la casita.-le respondió el grillo.
-Lo siento señor grillo. ¡Sólo jugábamos a los carpinteros! Estas herramientas no son de verdad, son de plástico. -dijo Adriana.
-Es verdad, el serrucho no corta; únicamente hace risrás, risrás.-añadió Sofía.
-Pero, los golpes del martillo y el ruido del serrucho son verdaderos; y asustan. Asustan mucho. Por un momento pensé que se iba a repetir la historia.. -replicó el grillo
¿Qué historia?-preguntaron a coro, Adriana y Sofía
-Yo vivía feliz al lado de una quebrada, rodeado de flores y árboles frondosos. Entonces, llegaron unos: «desarrolladores», que así se les llama a los que hacen negocios, comprando y vendiendo tierra, y construyendo urbanizaciones y centros comerciales. Comenzaron talando los árboles y aplanando la tierra para construir edificios y fábricas. Sin árboles ni matas en el lugar, apenas llovía. La mayoría de los pájaros y animales decidieron buscar otro sitio para vivir y la gente comenzó a enfermar por falta de agua potable.
-¿Agua qué?-preguntó Sofía
-Agua potable, así se le llama al agua que las personas pueden beber sin temor a enfermar.-respondió el grillo.
-Continúe usted, don grillo-suplicó Adriana
- decía que: la mayoría de los pájaros y animales decidieron buscar otro sitio para vivir y la gente comenzó a enfermar por falta de agua potable. Las fábricas cerraron, pues, los trabajadores se mudaron, buscando otros sitios más saludables para sus familias. En poco tiempo, el lugar se convirtió en un pueblo fantasma. A pesar de todo, quería quedarme… ¡yo había nacido allí! Entonces…, ocurrió algo espantoso.
-¡Adríana!, ¡Sofía! Es hora de bañarse y arreglarse, pronto vendrán sus padres a buscarlas.-era la abuela, quien las llamaba. Adriana y Sofía, eran primas; y la abuela las cuidaba mientras los padres de éstas trabajaban.
-¡Ya vamos, abuela! Déjanos un ratito más.-le respondió Adriana.
-Esta bien, pero sólo cinco minutos más. -contestó la abuela.
Por favor, don grillo; termine la historia; pues, nos tenemos que ir-suplicó Sofía.
Lo que ocurrió espantoso fue… que nos azotó un huracán. La fuerza del viento y la enorme cantidad de lluvia que caía hizo que el cerro se convirtiera en un río de lodo cuya fuerza arrasó todo lo que tenía por delante. Apenas escapé. Pues, para evitar ser sepultado por el deslizamiento de tierra, brinqué a un pedazo de rama que flotaba quebrada abajo… Y, bueno…, aqui estoy, ¡y ustedes me quieren tumbar la casita!
-Perdone, señor grillo; no lo volveremos a molestar. Quisiéramos que fuera nuestro amigo. -le contestó, Adriana.
-¡Está bien! Ya lo olvidé, ¡ya lo olvidé! Sólo fue un susto. -Asintió el grillo.
-Don grillo, ¡necesitamos su ayuda! Nuestros padres piensan talar los árboles que están en la parte de atrás de la casa de abuela. -comentó Sofía
-Sí, los que están al pie del cerro.-confirmó Adriana.
-Por favor, don grillo, venga con nosotros, para que le cuente a la abuela, y a nuestros padres que están por llegar; lo que a usted le pasó, no queremos que algo así nos suceda a nosotros también. -Suplicaron, Adriana y Sofía.
-No puedo. Nunca hablo con las personas mayores. Converso únicamente con los niños.
- ¡pero hay que advertirles!-exclamó Sofía
- Eso, se lo dejo a ustedes. -les contestó el grillo, mientras se alejaba del lugar a grandes saltos.



Dientucho
©Andrés Díaz Marrero


©Andrés Díaz Marrero
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En la boca de una niña de seis años, dientes y muelas conversaban. La niña había mudado sus dos primeros dientes de leche. Hace unos meses se le cayeron y fueron remplazados por dos grandes y hermosos dientes permanentes.
Los nuevos dientes miraban burlonamente a sus vecinos de leche.
-No sé por qué los nuevos dientes nos miran así, todos nosotros mudaremos en permanentes algún día, decía una de las muelas.
Entonces uno de los dientes de leche de la parte de abajo de la boca preguntó -¿Por qué les llaman permanentes?
Hubo silencio. Ninguno de los dientes sabía la contestación. Entonces, otra muela dijo:
-Les llaman dientes permanentes porque no se mudan. Si no se cuidan se pierden para siempre. A los primeros dientes que salen se les llama temporales, o de leche.
-¡Mira quién pregunta!, si apenas puede mantenerse derecho, está flaco y hasta un poco virado. ¡Es un pobre diente. Lo llamaremos Dientucho! - le murmuró uno de los dientes nuevos al otro.
Ja, ja, ja., rieron.
-No me importa que me llamen Dientucho, después de todo ningún diente de leche es permanente. Pero cada uno de nosotros es importante, pues para que salgan los dientes permanentes antes tienen que salir los de leche. Nosotros ayudamos a los niños a masticar para que estén saludables cuando lleguen ustedes.
-Es cierto -dijo el otro diente permanente y añadió: -cada parte del cuerpo humano es importante.
Pasaron unas cuantas semanas, y como tenía que ocurrir, Dientucho se cayó. En su lugar brotó un nuevo y hermoso diente permanente. El ratoncito que colecciona dientes le dejó un regalo a la niña, a cambio de Dientucho.
Tiempo después, cuando la niña cumplió once años todos sus amigos la felicitaban por tener una hermosa y agradable sonrisa.


Una chiringa especial
© Andrés Díaz Marrero

Andresito había salido a volar su chiringa. Aunque había invitado a varios de sus amigos ninguno pudo acompañarle por estar ocupados en otros menesteres. Era una tarde cálida de primavera con una brisa agradable y un cielo despejado, salvo por algunas nubes que galopaban de norte a sur proyectando parches de sombras sobre la colina.
Andresito impulsó su chiringa corriendo contra el viento y ésta comenzó asubir con facilidad. En poco tiempo había logrado elevarla. La buena brisa que soplaba le permitió encampanarla en un dos por tres. ¡Cuánto gozaba viendo a su chiringa flotar en lo alto! Le había soltado todo el hilo, y ésta se veía como un hermoso y brillante pajarito con rabo largo y ondulante.
De pronto, notó que algo extraño pasaba. La chiringa había sido rodeada por un grupo de nubes que la tapaban completamente. Sintió que ésta se había enredado en algo. Pero, no podía ser. No habían pájaros ni otras chiringas en el cielo. Nadie más estaba en la colina sino él. Haló el hilo para bajar su chiringa y comenzó a enrollarlo en el carrete. El hilo se había puesto tenso y ofrecía cierta resistencia. Decidió entonces poner más fuerza al halarlo, y comenzó enrollarlo con más rapidez.
Entonces vio que la chiringa traía algo brillante enredado en su rabo. Entre las nubes que momentáneamente la habían ocultado descansaba desprevenido un pequeño arco iris. El rabo de la chiringa lo había atrapado sin querer. Y como era un arco iris liviano y pequeño no pudo soltarse y escapar.
Antes de que el arco iris tocara el suelo, Andresito lo tomó en sus manos y comenzó a desatarlo. El pobre arco iris estaba asustado. Cuando terminó de soltarlo abrió sus manos y lo dejo ir. El arco iris se alejó un poco y desde una prudente distancia le dio las gracias. Pasó por el lado de la chiringa que descansaba en la falda de la colina y le dio un beso. Luego se impulsó con gran velocidad hacía el grupo de nubes en la cual había estado descansando. Desde allí le sonreía a Andresito mientras hacía brillar todos los radiantes colores de su cuerpo. Las nubes empujadas suavemente por la brisa se alejaron llevándose con ellas al pequeño arco iris.
Andresito recogió su chiringa y partió de regreso a su casa. Sus amigos al verlo llegar lo saludaban asombrados. Venía cargando una chiringa hermosa, con unos colores chispeantes jamás vistos, y con una enorme sonrisa de satisfacción y alegría en su rostro.

Érase una abeja que había nacido hembra, peluda, blancuzca, y más pequeñas que la reina, como nacen todas las abejas obreras. Pero ésta, sin quitarles méritos a las demás, había nacido con el don de la simpatía. Sus compañeras la llamaban Alitas, porque tenía las alas pequeñas. Su cuerpo era también un poco más pequeño que el de sus amigas, pero ninguna se atrevía a mencionarlo porque Alitas era la consentida de la colmena.
Cuando sus amigas escuchaban un impresionante batir de alas, sabían que ella estaba cerca, pues aunque sus alas eran pequeñas, lograba moverlas a una velocidad tal que hacía temblar el piso de la colmena. En más de una ocasión, recibió la mirada fija de la reina, señal de que tenía que controlar sus alas. Ella enseguida obedecía, pues, era muy respetuosa.
Las abejas obreras son muy trabajadoras. Las cereras, construyen los panales con cera; las nodrizas, producen jalea real y las guardianas, protegen a la reina y a la colmena.
Alitas no fue escogida para nodriza, ni para cerera, ni para guardiana; por tener las alas pequeñas. Pero, como era tan simpática la dejaban ayudar en lo que ella quisiese.
Donde hiciera falta ayuda, ¡allí estaba Alitas! Había que ver con qué alegría ayudaba a las nodrizas a repartir la jalea real y a las almacenadoras a recibir y guardar el polen recolectado. O escucharla cantar a coro con las abejas limpiadoras, mientras juntas aseaban los panales. ¡Y cómo bailaba y hacía piruetas!, cuando se ofrecía de voluntaria para llevarles la cena, de pan de abejas, a las guardianas.
-Mañana saldré a recolectar polen y néctar. - Escuchó la voz de su amiga Bombi, quien se le había acercado, moviendo patitas y alas con mucho entusiasmo.
-¡Qué bueno! Debes estar muy contenta.
-Lo estoy, pero... también me siento un poquito asustada.
-No te apures, eres hábil y muy lista, todo te saldrá bien.
-Es que será la primera vez. Nunca he trabajado como recolectora y es por eso que tengo un poco de temor.
-No te preocupes, le pediré a la reina que me permita ir con el enjambre. Así podré acompañarte. Ya verás cómo nos vamos a divertir.
-Pero a lo que vamos es a trabajar.
-Lo sé. Lo que pasa es que todo trabajo es divertido cuando se hace de buena gana.
-¡Cierto! Mañana nos espera una gran aventura. Iré a preparar mis cosas para el viaje.
-Y yo, a pedir permiso para acompañarte.
Al día siguiente, las recolectoras levantaron vuelo. Bombi y Alitas iban muy contentas. El enjambre parecía una nubecita de alas en forma de cuña. El campo olía a flores y a agua fresca. La abeja líder realizó una danza para señalar al enjambre la distancia y la localización de las flores.
-Son flores de azahar. -Comentó Alitas.
-¿Flores de qué?
-Flores de azahar, son las flores del naranjo. Tú sabe, las flores de los árboles de chinas.
-Pero, dijiste flores de naranjo.
-A la china, en otros lugares, la llaman naranja dulce. -Le respondió Alitas.
-¿Cómo tú sabes todas esas cosas? -Preguntó Bombi, sorprendida.
-Lo aprendí de las abejas limpiadoras. Me gusta trabajar con ellas, por lo cuidadosa que son y porque siempre dejan todo limpiecito y en su lugar.
La abeja líder llamó la atención del enjambre con nuevos movimientos. Con ellos daba instrucciones sobre la tarea que a cada una de las recolectoras le correspondía llevar a cabo.
Zumba que te zumba, después de haber trabajado con ahínco, el enjambre emprendía el vuelo de regreso. Las abejas volaban contentas, felices con la carga de néctar y polen que habían recolectado.
De pronto, casi a medio camino, les sucedió algo inesperado. Grises nubarrones oscurecieron la tarde y el viento comenzó a soplar con fuerza. La abeja líder dibujó un círculo en el aire, seguido de un corto vuelo vertical en forma de zigzag, luego retomó el vuelo horizontal en dirección a una cueva cercana. Las demás abejas habían entendido el mensaje de esta nueva danza, con ella pedía que la siguieran, pues, las llevaría a un refugio seguro.
Apenas hubieron entrado a la cueva escucharon los estallidos de los truenos y vieron cómo se alumbraba, con el destello de los relámpagos la tarde, que ya era negra como la noche. Un copioso aguacero de gruesas gotas comenzó a repicar sobre las hojas de los árboles, para luego deslizarse como canicas transparentes hasta el suelo. Allí de golpe se deshacían en furioso chisporroteo salpicando todo lo que encontraba a su paso.
El enjambre se había posado sobre una estalactita que colgaba del techo de la cueva. La abeja líder pasó lista para saber si alguna de las abejas se había extraviado. Todas estaban presente. Luego, con el mismo tono de voz, agradable y firme, se dirigió a sus compañeras:
-Hemos logrado recolectar polen y néctar según lo acordado. Todas nos hemos puesto a salvo de la tormenta refugiándonos en esta cueva. Los ventarrones han cesado y muy pronto dejará de llover. No obstante, aunque quisiera, no puedo regresar con ustedes. Mis alas se lastimaron con la lluvia y la fuerza del viento, mientras velaba para que ninguna de ustedes se extraviara.
-Pero, ¿quién nos guiará de regreso? -Preguntó azorada la abejita Bombi.
Al fondo se escuchó el inquietante murmullo de sus compañeras, repitiendo como un eco, unas a otras la misma pregunta. La abeja líder no tenía una contestación. Un silencio de temor y dudas se adueñó de la concurrencia.
Alitas, se dijo a sí misma: -Sin néctar y polen no habrá alimento. Sin alimento, todas moriremos, las que se quedaron trabajando en la colmena y las que hemos salido a recolectar.
Sin darse cuenta, comenzó a mover con fuerza sus alas. La cueva se estremeció. El potente batir de alas, fue tan fuerte que hizo que sus compañeras se olvidaran del temor y las dudas.
-¡Alitas, puede! -Gritó con alegría Bombi, a la vez que miraba a la abeja líder en busca de aprobación. La abeja líder movió sus antenas en señal de consentimiento. El resto aplaudió con entusiasmo. Alitas, la abeja más pequeñita de la colmena había sido seleccionada para guiar al enjambre de regreso.
Alitas cumplió cabalmente su encomienda. No sólo trajo a las recolectoras de regreso a casa sanas y salvas, sino que con el permiso de la reina organizó un grupo para ir al rescate de la abeja líder que se había quedado en la cueva.
Rescatada, la abeja accidentada venía muy contenta, colgando de varios hilos con los cuales sus compañeras la sostenían en el aire. Esa tarde fue de baile, canciones y un banquete de rica miel.